sábado, 6 de octubre de 2007

¿Quién es más animal?


Aún no entiendo cómo es que puedo ser tan salvaje. ¿Qué tengo en el cerebro? ¿Tengo cerebro?

Me siento triste.

A veces me comporto como un cavernícola; no, ni siquiera me puedo comparar. Se supone que vivo en el siglo XXI y estudié (si a eso se le llama estudiar), pero realmente mi actitud y acciones dejan mucho que desear. Tal vez no evolucioné del todo, y siempre lo he sabido, pero parece que no comprendo.

Me enfurece ver cómo las personas maltratan a los animales. Me enfurece y me entristeze ver en la televisión cómo hay gente que se atreve a matar a los animales, todo por el asqueroso dinero o, peor aún, por diversión. ¿Qué les pasa? No tienen cerebro ni corazón.

Y eso fué lo qué hice hoy. Ahorita estoy muy arrepentido. Lastimé, herí, dañé, lesioné, golpee a la mascota que habita en mi casa. Fué una reacción de enojo. Me da pena escribirlo, pero lo debó hacer. Me enojé porque el perro estaba felíz y saltó sobre mí y me ensució. Yo, como un auténtico prehistórico, agarré una piedra y se la aventé; desgraciadamente la roca fué a parar en uno de sus ojos. También fué mala suerte. Pero de ningún modo se justifica. Definitivamente soy peor que un animal. Nunca volveré a lastimarlo, porque al hacerlo también me hago daño, como ahorita que si estoy preocupado y triste.

Perdóname Sheriff, no pensé en lo que hice y en las consecuencias. Espero que no haya tenido consecuencias graves, que tu ojo funcione como antes. Yo sé que volverás a mover la cola y a alocarte cada vez que me dirijo hacia tí; tú no eres cómo los humanos que guardamos rencor y buscamos venganza; en ese sentido somos (no todos, claro), inferiores a los animales, y no es de que se trate de que no piensan, los que no piensan son los tipos como yo.

Lo lamento mucho, Sheriff, no sucederá otra vez, si hubiese sabido lo que iba a pasar, jamás lo habría hecho. Pero me servirá de experiencia (perdón, porque tuviste que ser tú el que mi hizo escarmentar).


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