
Un disco imprescindible. O para decirlo de manera correcta, dos discos imprescindibles. Mejor conocido en todo el mundo como “El Álbum Blanco”, el décimo disco del cuarteto de Liverpool todavía sigue siendo objeto de discusión, especialmente por la cantidad de material que contiene. Para muchos seguidores se trata del mejor trabajo realizado por el grupo; otros lo consideran un excelente, pero ambicioso y ególatra disco doble, con algunas canciones de relleno; y hay quienes lo tachan de sobrevalorado. En fin, siendo un álbum doble es común que se caiga en la polémica.
30 canciones en poco más de hora y media era mucho e inaudito para la época. George Martin, el productor, nunca estuvo de acuerdo con respecto a su publicación ya que decía que como disco doble era mediocre, lo mejor hubiese sido la selección de los mejores temas y hacer un solo LP, pero nadie quería dejar fuera sus composiciones.
Hacia 1968 y después del fracaso televisivo que fue “Magical Mistery Tour”, la banda decidió tomarse unas vacaciones, lejos de todo ajetreo que implicaba ser el centro de atención. Para ello viajaron a Rishikesh, en La India, con el objetivo de meditar y crecer espiritualmente bajo la guía del singular personaje Maharishi Mahesh Yogi.
Durante su estancia en el campamento hindú, los integrantes del grupo junto con la compañía de personajes conocidos como Donovan (quien les enseñó su técnica guitarrística finger-picking, palpable en temas como Dear Prudence, Blackbird o Julia), Mike Love, Mia Farrow, etc. se adentraron en la cultura y filosofía oriental durante dos meses, en los cuales compusieron una gran cantidad de canciones que formarían parte de su próximo álbum.
A su regreso de aquel campamento –con el trago amargo de su gurú el Maharishi, quien al parecer se quiso sobrepasar de Mia Farrow- y con la apertura de su ambiciosa compañía Apple, el cuarteto, ahora convertido en quinteto, ya que se sumó sin permiso la japonesa Yoko Ono, se metió al estudio de grabación, con la idea de grabar un descomunal álbum sin las pretensiones psicodélicas de sus sobreproducidas obras anteriores (¿Qué una treintena de canciones no es pretencioso?).
Durante su estancia en el campamento hindú, los integrantes del grupo junto con la compañía de personajes conocidos como Donovan (quien les enseñó su técnica guitarrística finger-picking, palpable en temas como Dear Prudence, Blackbird o Julia), Mike Love, Mia Farrow, etc. se adentraron en la cultura y filosofía oriental durante dos meses, en los cuales compusieron una gran cantidad de canciones que formarían parte de su próximo álbum.
A su regreso de aquel campamento –con el trago amargo de su gurú el Maharishi, quien al parecer se quiso sobrepasar de Mia Farrow- y con la apertura de su ambiciosa compañía Apple, el cuarteto, ahora convertido en quinteto, ya que se sumó sin permiso la japonesa Yoko Ono, se metió al estudio de grabación, con la idea de grabar un descomunal álbum sin las pretensiones psicodélicas de sus sobreproducidas obras anteriores (¿Qué una treintena de canciones no es pretencioso?).
Es importante mencionar las tensiones de los cuatro miembros, en especial de sus principales líderes. Cuando Brian Epstein, su gran manager, murió, el control fue asumido por McCartney, quien intentó hacerse cargo de cuanto proyecto involucrara a la banda; esto no fue muy bien visto por los demás, en especial por Lennon, quien a su vez se movía cada vez más por su lado, en compañía de una artista a quien conoció en una galería de Londres, la japonesa Yoko Ono.
Para muchos Yoko fue la principal causante de la futura separación beatle. Cierto o no, lo que no cabe duda es que la presencia de la nipona en las sesiones de grabación incomodó a cualquiera, provocando fricciones y tensión en el estudio, considerado un recinto sagrado, en el que solo unos cuantos podían estar presentes. A partir de entonces la pareja se convirtió en blanco común de los ataques de la prensa y sociedad.
Para muchos Yoko fue la principal causante de la futura separación beatle. Cierto o no, lo que no cabe duda es que la presencia de la nipona en las sesiones de grabación incomodó a cualquiera, provocando fricciones y tensión en el estudio, considerado un recinto sagrado, en el que solo unos cuantos podían estar presentes. A partir de entonces la pareja se convirtió en blanco común de los ataques de la prensa y sociedad.
(Parte I)
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